"Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisas. Quería vivir intensamente y sacarle todo el jugo a la vida, para no descubrir en el momento de mi muerte que no había vivido.” - Thoreau

sábado, 20 de marzo de 2010

HA HA ¬

En el siglo III a.C., cuando los embajadores romanos estaban negociando con la ciudad griega de Tarento, una risa mal juzgada le puso fin a toda esperanza de paz. Los escritores de la antigüedad están en desacuerdo acerca de la causa exacta del jolgorio, pero concuerdan en que la risa griega fue la gota que finalmente llevó a los romanos a la guerra.

Se dice que fué culpa al vestido nacional de los romanos y que lejos de recibirlos decentemente, los tarentinos se rieron de la toga, entre otras cosas los enviados la llevaban puesta y sin embargo, algunos grupos de desenfrenados se burlaron de ellos se dice uno de esos desenfrenados,llegó hasta el extremo de inclinarse y cagar sobre el ofensivo atuendo. Si es verdad, esto podría haber contribuido también a la indignación romana. Con todo, es la risa lo que Postimius el embajador romano enfatizaba en su respuesta amenazadora y profética. “Rían, rían mientras puedan, pues estarán llorando por un largo tiempo cuando laven este atuendo con su sangre”.



Los romanos a lo mejor no estaban a la moda de la epoca ?porque sus vestidos de togas, podían aparecer ante otros cohabitantes del mismo antiguo Mediterráneo, raro e incomodo ya la vez cómico para los griegos del sur de Italia como luce en la actualidad llevar un pantalon de tiro alto o no lucir converse?

. Al mismo tiempo, además, esta historia combina algunos de los elementos claves de la risa de la antigüedad: el poder, lo étnico y la persistente sensación de que aquellos que se burlaran de sus enemigos pronto serían ellos mismos objeto de risa. Era, por cierto, una regla firme de la antigua “gelástica” —para tomar un término (del griego gelan, reír) de este importante y nuevo estudio sobre la risa griega— el que el bromista nunca estuviera lejos de ser el objeto de sus propias bromas. El adjetivo latino ridiculus, por ejemplo, se refería tanto a algo que era risible como a algo o alguien que activamente hacía reír a la gente.

La risa fue siempre un recurso favorito de los tiranos y monarcas antiguos así como un arma usada contra ellos. El rey bueno, por supuesto, sabía aceptar una broma. La tolerancia del emperador Augusto ante las agudezas y las bromas de todo tipo aún se celebraba cuatro siglos después de su muerte. Una de las más famosas fue una insinuación en broma acerca de la paternidad de Augusto. Al ver, como dice el cuento, a un hombre de provincias que se le parecía mucho, el emperador le preguntó si su madre alguna vez había trabajado en el palacio. “No”, dijo el hombre, “pero mi padre sí”. Sabiamente, Augusto no hizo más que sonreír y aguantar.

Los tiranos, por el contrario, no tomaban con gracia las bromas hechas a sus costillas, pese a que ellos disfrutaran de reírse de sus propios súbditos. Se dice que Heliogábalo se divertía, por ejemplo, haciendo sentar a sus invitados sobre cojines inflables, y viendo luego cómo desaparecían bajo la mesa a medida que se escapaba el aire. Sin embargo, algunos trataron de prohibirla (como Calígula lo hizo, como parte del luto público por la muerte de su hermana). Otros la imponían sobre sus desafortunados subordinados en los momentos más inapropiados. Calígula, de nuevo, tenía la facilidad para convertir esto en una tortura exquisita: se dice que una mañana obligó a un viejo a observar la ejecución de su hijo y que, esa noche, invitó al hombre a cenar e insistía en que se riera y bromeara.

Lo étnico, también, era bueno como motivo de risa, como lo muestra la historia de los tarentinos y la toga. Muchos más ejemplos pueden encontrarse en el único libro de chistes del mundo antiguo que ha sobrevivido. Conocido como el Filogelos, es una colección compuesta de 260 chistes en griego, probablemente reunidos en el siglo IV d.C., pero que incluye chistes de doctores, hombres con mal aliento, eunucos, barberos, hombres herniados, calvos, oscuros adivinos y más, entre los coloridos (mayormente hombres) personajes de la vida antigua.

El puesto más importante en el Filogelos lo ocupan los “intelectuales”, en segundo lugar están varios chistes étnicos de tres pueblos griegos —Abdera, Kyme y Sidon— son ridiculizados por sus tonterías asi como los chiste de la actualidad basado en los gallegos.

Los seres humanos aprenden a reír y a diferenciar de qué reírse (payasos, bien; discapacitados, no, buuuuuuuuuuuu).

Hay escritores que sostienen una serie de anécdotas sobre personajes famosos de la antigüedad que rieron tanto que murieron. Zeuxis, el famoso pintor griego del siglo IV, es uno de ellos. Colapsó, se dice, después de ver la pintura que él mismo hizo de una anciana. El filósofo Crisipo y el dramaturgo Polemón, contemporáneo de Menandro, son otros. Ambos terminaron muertos, como dice una historia similar para cada caso, después de que hubieran visto a un asno comiendo unos higos que ellos habían preparado para su propia comida. Les dijeron a sus sirvientes que también le dieran al animal algo de vino, y murieron riéndose de eso JA JA JA; murieron!!!!!








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En un rato mas llega el otoño y el calor de puta maire ojala se vaya al fin... estoy feliz yahoooooooo podrè patear hojas viejas y suicidas
Pero son lindas...en realidad encuentro aberrante que se suiciden las tontas...lo que hace la vanidad.. todo porque en primavera están verdes y tersas y las personas las observamos, nos posamos bajo ellas para obtener sombras, las admiramos etc etc y en otoño como generalmente da paja salir a sentarse bajo los arboles..se sienten culpables, se sienten feas y arrugadas sin botox para hojas y porque no hay quienes les hagan sentir lindas y útiles así que ...chao y se suicida y se acumulan en los caminos y no faltara quien las patee muahaha