Entrevista Realizada por Sean Penn a Bukowski
Bares:“Ya no voy mucho a bares. Saqué eso de mi sistema.
Ahora, cuando entro a un bar, siento náuseas. Estuve en demasiados, es
apabullante. Son para cuando uno es más joven: todo eso de irse a las manos con
un tipo, hacerse el macho, levantarse minas. A mi edad, ya no lo necesito. Hoy
sólo entro a los bares para mear. a veces cruzo la puerta y empiezo a
vomitar”.
El alcohol: “El alcohol es probablemente una de las mejores
cosas que han llegado a esta tierra, además de mí. Entonces nos llevamos bien.
Es destructivo para la mayoría de la gente, pero yo soy un caso aparte. Hago
todo mi trabajo creativo cuando estoy intoxicado. Incluso me ha ayudado con las
mujeres. Siempre fui reticente durante el sexo, y el alcohol me ha permitido
ser más libre en la cama. Es una liberación porque básicamente yo soy una
persona tímida e introvertida, y el alcohol me permite ser este héroe que
atraviesa el espacio y el tiempo, haciendo un montón de cosas atrevidas...
Entonces el alcohol me gusta, cómo no”.
Fumar: “Me gusta fumar. El cigarrillo y el alcohol se
equilibran. Yo solía despertarme de una borrachera y había fumado tanto que mis
dos manos estaban amarillas, casi marrones, como si tuviera puestos guantes. Y
me preguntaba: ‘¡Mierda! ¿Cómo se verán mis pulmones?’”.
Pelear: “La mejor sensación es cuando golpeás a un tipo que
no se supone que puedas golpear. Una vez me metí con un tipo, me estaba
insultando. Le dije: ‘Bueno, adelante’. No tuve ningún problema, le gané la
pelea fácilmente. Estaba tirado en el piso. Tenía la nariz ensangrentada. Me
dijo: ‘Jesús, te movés siempre tan lentamente que pensé que serías fácil. Y
cuando empezó la condenada pelea, ya no podía ver tus manos, te volviste tan
rápido. ¿Qué pasó?’.
Le dije: ‘No sé, hombre. Así son las cosas. Uno ahorra para
cuando tiene que usarlo’”.
Los gatos: “Es bueno tener un montón de gatos alrededor. Si
uno se siente mal, mira a los gatos y se siente mejor,
porque ellos saben que las cosas son como son. No hay por
qué entusiasmarse y ellos lo saben. Por eso son salvadores.
Cuantos más gatos uno tenga, más tiempo vivirá. Si tenés
cien gatos, vivirás diez veces más que si tenés diez. Algún día esto será
descubierto: la gente tendrá mil gatos y vivirá para siempre. Realmente es
ridículo”.
Las mujeres y el sexo: “Yo las llamo máquinas de quejarse.
Las cosas con un tipo nunca están bien para ellas. Y cuando me tiran toda esa
histeria... Tengo que salir, agarrar el auto e irme. A cualquier parte. Tomar
una taza de café en algún lado. En cualquier lado. Cualquier cosa menos otra mujer.
Supongo que están construidas de diferente manera, ¿no? Cuando la histeria
empieza, se acaba todo. Uno se tiene que ir, ellas no entienden por qué.
‘¿Adónde vas?’, te gritan. ‘¡Me voy a la mierda, nena!’. Piensan que soy un
misógino, pero no es verdad. Es puro boca a boca. Escuchan que Bukowski es ‘un
cerdo macho chauvinista’, pero no chequean la fuente. Seguro, a veces pinto una
mala imagen de las mujeres en mis cuentos, pero con los hombres hago lo mismo.
Incluso yo salgo mal parado muchas veces. Si realmente pienso que algo es malo,
digo que es malo, sea hombre, mujer, niño o perro. Las mujeres son tan
quisquillosas, piensan que me las agarro con ellas en particular. Ése es su
problema”.
La primera vez: “Mi primera vez fue la más rara. No sabía cómo
hacerlo, y ella me enseñó a chuparle la concha y todas esas cosas de coger. Me
acuerdo de que me decía: ‘Hank, sos un buen escritor, pero no sabés una mierda
sobre las mujeres’. ‘¿Qué querés decir? Estuve con un montón de mujeres.’ ‘No,
no sabés nada. Dejame enseñarte algunas cosas.’ Le dije que bueno y ella: ‘Sos
buen estudiante,
entendés rápido’. Eso fue todo. (Está un poco avergonzado.
No por los detalles sino por el sentimentalismo del recuerdo.) Pero todo ese
asunto de chupar conchas se puede poner un poco servil. Me gusta hacerlas
gozar, pero... Todo está sobrevalorado. El sexo sólo es una gran cosa cuando no
lo hacés”.
El sexo antes del sida (y su casamiento):“Yo nada más
entraba y salía de entre las sábanas. No sé, era como un trance, un trance de
coger. Y las mujeres... uno les decía algo, las tomaba de la muñeca, ‘vamos,
nena’, las guiaba hasta el dormitorio y se las cogía. Cuando uno entra en el
ritmo, sigue adelante. Hay un montón de mujeres solitarias allá afuera. Son
lindas, pero no se saben conectar. Están sentadas solas, van al trabajo,
vuelven a la casa... es algo maravilloso para ellas que un tipo se les aparezca.
Y si se sienta cerca, bebe y habla, es entretenimiento. Estuvo bien, tuve
suerte. Las mujeres modernas... no te cosen los botones”.
Escribir: “Escribí un cuento desde el punto de vista de un
violador de una niña muy pequeña. Y la gente me acusó.
Me hicieron entrevistas. Decían: ‘¿Le gusta violar a
niñitas?’. Dije: ‘Por supuesto que no. Estoy fotografiando la vida’. Me metí en
problemas con montones de cosas. Pero, por otro lado, los problemas venden
libros. Pero, en última instancia, escribo para mí. (Da una larga pitada a su
cigarrillo.) Es así. La pitada es para mí, la ceniza es para el cenicero. Eso
es publicar. Nunca escribo de día. Es como ir al supermercado desnudo. Todo el
mundo te puede ver. De noche es cuando se sacan los trucos de la manga... la
magia”.
La poesía: “Siempre recuerdo que, en el patio de la escuela,
cuando aparecía la palabra ‘poeta’ o ‘poesía’, todos los pendejos se reían y se
burlaban. Puedo ver por qué: es un producto falso. Ha sido falso y snob y
endogámico porsiglos. Es ultradelicado, sobreapreciado. Es un montón de mierda.
Durante siglos, la poesía es casi basura total. Es una farsa. Ha habido grandes
poetas, no me entienda mal. Hay un poeta chino llamado Li Po. Podía poner más
sentimiento, realismo y pasión en cuatro o cinco sencillas líneas que la
mayoría de los poetas en sus doce o trece páginas de mierda. Y bebía vino
también. Solía quemar sus poemas, navegar por el río y beber vino. Los
emperadores lo amaban porque podían entender lo que decía. Por supuesto, sólo quemó
sus poemas malos. Lo que yo quise hacer, si me disculpa, es incorporar el punto
de vista de los obreros sobre la vida... los gritos de sus esposas que los
esperan cuando vuelven del trabajo. Las realidades básicas de la existencia del
hombre común... algo que pocas veces se menciona en la poesía desde hace
siglos.Mejor, que quede registrado que dije que la poesía es una mierda desde
hace siglos. Y una vergüenza”.
Céline: “La primera vez que leí a Céline, me fui a la cama
con una caja grande de galletitas Ritz. Empecé a leerle y me comía una
galletita Ritz, me reía, me comía una Ritz, leía. Leí la novela entera de un
tirón y me terminé la caja de galletitas. Y me levanté y tomé agua. Tendrías
que haberme visto. No me podía mover. Eso es lo que un buen escritor te puede
hacer. Casi te puede matar. Un mal escritor puede hacerlo, también”.
Shakespeare: “Es ilegible y está sobrevalorado. Pero la
gente no quiere escuchar esto. Uno no puede atacar templos.
Ha sido fijado a lo largo de los siglos. Uno puede decir que
tal es un pésimo actor, pero no puede decir que Shakespeare es mierda. Cuando
algo dura mucho tiempo, los snobs empiezan a aferrarse a él, como ventosas.
Cuando los snobs sienten que algo es seguro, se aferran. Pero si les decís la
verdad, se ponen salvajes. No pueden soportarlo. Es atacar su propio proceso de
pensamiento. Me desagradan”.
Su material de lectura favorito: “Leí en el The National
Enquirer una nota titulada ‘¿Es su marido homosexual?’. Linda me dijo: ‘¡Tenés
voz de puto!’. Yo dije: ‘Oh, sí, siempre me lo pregunté’. Ese artículo decía:
‘¿Su marido se depila las cejas?’. Y yo pensé, mierda, lo hago todo el tiempo.
Ahora sé lo que soy. Me depilo las cejas, soy un puto. Es muy amable de parte
de The National Enquirer decirme lo que soy”.
El humor y la muerte: “El último gran humorista era un tipo
llamado James Thurber. Pero su humor era tan magnífico que tuvieron que
ignorarlo. Este tipo era, podría decirse, un psiquiatra de las edades. Tenía
algo ambiguo, hombre-mujer, veía cosas. Era sanador. Su humor era tan real que
uno gritaba de risa, era como una liberación frenética. Aparte de Thurber, no
puedo pensar en nadie... Yo tengo algo de humorista, pero no como él. No llamo
humor a lo que tengo, lo llamo un ‘filo cómico’. Estoy colgado en eso. Casi
todo lo que pasa es ridículo. Cagamos todos los días. Eso es ridículo, ¿no te
parece? Tenemos que seguir meando, poniendo comida en nuestras bocas, nos sale
cera de los oídos. Tenemos que rascarnos. Cosas feas y tontas, ¿o no? Las tetas
no sirven para nada, salvo...”.
Nosotros: “La verdad es que somos monstruosidades. Si
pudiéramos vernos, podríamos amarnos, darnos cuenta de lo ridículos que somos,
con nuestros intestinos retorcidos por los que se desliza lentamente la mierda
mientras nos miramos a los ojos y decimos: ‘Te amo’. Nos carbonizamos y
producimos mierda, pero no nos tiramos pedos cerca del otro. Todo tiene un filo
cómico”.
Ganar: “Y después nos morimos. Pero la muerte no nos ha
ganado. No ha mostrado ninguna credencial. Nosotros hemos mostrado todas las
credenciales. Con el nacimiento, ¿nos ganamos la vida? No realmente, pero de
seguro la hija de puta nos tiene atrapados... La muerte me provoca
resentimiento, la vida también, y mucho más estar atrapado entre las dos.
¿Sabés cuantas veces intenté suicidarme?
Dame tiempo, sólo tengo 66 años. Sigo trabajando en eso.
Cuando uno tiene tendencias suicidas, nada lo molesta, excepto perder en las
carreras de caballos. ¿Por qué será? A lo mejor porque uno usa su mente en las
carreras, no su corazón. Pero nunca cabalgué. No estoy muy interesado en el
caballo sino en el proceso de acertar o no, selectivamente”.
Las carreras: “Traté de ganarme la vida con las carreras por
un tiempo. Es doloroso. Es vigorizante. Todo está al límite, el alquiler, todo.
Pero uno tiende a ser cuidadoso. Una vez estaba sentado en una curva. Había
doce caballos en la carrera y estaban todos amontonados. Parecía un gran
ataque. Todo lo que veía era esos grandes culos de caballo subiendo y bajando.
Parecían salvajes. Miré esos culos de caballos y pensé: ‘Esto es una locura
total’. Pero hay otros días en los que ganás cuatrocientos o quinientos
dólares, ganás ocho o nueve carreras al hilo, y te sentís Dios, como si lo
supieras todo. Y todo queda en su lugar”.
La gente: “No miro mucho a la gente. Es perturbador. Dicen
que si mirás mucho a otra persona, te empezás a parecer a ella. Pobre Linda. La
mayoría de las veces me la puedo pasar sin la gente. La gente no me llena, me
vacía. No respeto a nadie. Tengo un problema en ese sentido. Estoy mintiendo
pero, creeme, es verdad”.
La fama: “Es destructora. Es una puta, una perra, la
destructora más grande de todos los tiempos. A mí me tocó la mejor parte porque
soy famoso en Europa y desconocido aquí, en Estados Unidos. Soy uno de los
hombres más afortunados. La fama es terrible. Es una media en una escala del
denominador común, la meten trabajando a un nivel bajo. No tiene valor. Una
audiencia selecta es mucho mejor”.
La soledad: “Nunca me sentí solo. He estado en una
habitación, me he sentido suicida. Estuve deprimido, me he sentido horrible más
allá de lo descriptible, pero nunca pensé que una persona podía entrar a una
habitación y curarme. Ni varias personas. En otras palabras,
la soledad no es algo que me molesta porque siempre tuve
este terrible deseo de estar solo. Siento la soledad cuando estoy en una
fiesta, o en un estadio lleno de gente vitoreando algo. Citaré a Ibsen: ‘Los
hombres más fuertes son los más solitarios’. Nunca pensé: ‘Bueno, ahora
va a entrar una rubia hermosa y vamos a garchar, y me va a
frotar las bolas, y me voy a sentir bien’. No, eso no iba a ayudar. Viste cómo
piensa la gente común: ‘Guau, es viernes a la noche, ¿qué vamos a hacer?
¿Quedarnos acá sentados?’. Bueno, sí. Porque no hay nada allá afuera. Es
estupidez. Gente estúpida mezclándose con gente estúpida. Que se estupidicen
entre ellos. Nunca tuve la ansiedad de lanzarme a la noche. Me escondía en
bares porque no quería esconderme en fábricas. Eso es todo. Les pido perdón a
los millones, peronunca me sentí solo. Me gusta estar conmigo mismo. Soy la
mejor forma de entretenimiento que puedo encontrar”.
El tiempo libre: “Es muy importante tener tiempo libre. Hay
que parar por completo y no hacer nada por largos períodos para no perderlo
todo. Seas un actor o una ama de casa, cualquier cosa, tiene que haber grandes
pausas en las que no hacés nada. Uno se tira en una cama a mirar el techo.
Hacer nada es muy, muy importante. ¿Y cuánta gente lo hace en la sociedad
moderna? Muy poca. Por eso la mayoría está totalmente loca, frustrada, enojada
y odiosa. Antes de casarme, o de conocer a muchas mujeres, bajaba las cortinas
y me metía en la cama por tres o cuatro días. Me levantaba para cagar y para
comer una lata de porotos. Después me vestía y salía a la calle, y el sol
brillaba y los sonidos eran maravillosos. Me sentía poderoso, como una batería
recargada. Pero, ¿sabés qué me tiraba abajo? El primer rostro humano que veía
en la vereda. Esa cara nomás me hacía perder la mitad de la carga. Esta cara
monstruosa, sin expresión, tonta, sin sentimientos, cargada de capitalismo.
Pero aún así valía la pena, me quedaba la mitad de la carga todavía. Por eso el
tiempo libre es importante. Y no digo tomarse tiempo para tener pensamientos
profundos. Hablo de no pensar en absoluto. Sin pensamientos de progreso, sin
pensamientos sobre uno mismo. Sólo ser un haragán. Es hermoso”.
La belleza: “No existe algo como la belleza, especialmente
en un rostro humano, eso que llamamos fisonomía.
Todo es un imaginado y matemático alineamiento de rasgos.
Por ejemplo, si la nariz no sobresale mucho, si los costados están bien, si las
orejas no son demasiado grandes, si el cabello no es demasiado largo. Es una
mirada generalizadora. La gente piensa que ciertos rostros son hermosos, pero,
realmente, no lo son. La verdadera belleza, por supuesto, viene de la
personalidad. No tiene nada que ver
con la forma de las cejas. Me dicen de tantas mujeres que
son hermosas... pero cuando las veo, es como mirar un plato de sopa”.
La fealdad: “No existe. Hay algo llamado deformidad, pero la
simple fealdad no existe. He dicho”.
Érase una vez: “Era invierno, yo me estaba muriendo de
hambre intentando ser escritor en Nueva York. No había comido en tres o cuatro
días. Así que finalmente dije: ‘Me voy a comer una gran bolsa de pochoclo’.
Cada grano era como un churrasco. Tragaba y echaba pochoclo a mi estómago que
decía ‘¡Gracias, gracias!’. Estaba en el paraíso, caminando por ahí, hasta que
dos tipos pasaron a mi lado y uno le dijo al otro: ‘¡Jesús!’. El otro dijo:
‘¿Qué pasa?’ ‘¿Viste a ese tipo comiendo pochoclo? Dios, era horrible.’ Así que
no pude disfrutar el resto del pochoclo. Pensé qué quisieron decir con eso de
que ‘era horrible’. Yo estaba en el paraíso. Supongo que era un poco cochino.
Ellos siempre pueden distinguir a un tipo hecho mierda”.
La prensa: “Disfruto las cosas malas que se dicen sobre mí.
Aumenta la venta de libros y me hace sentir malvado.
No me gusta sentirme bien porque soy bueno. ¿Pero malo? Sí.
Me da otra dimensión. Me gusta ser atacado. ‘¡Bukowski es desagradable!’ Eso me
hace reír, me gusta. ‘¡Es un escritor desastroso!’ Sonrío más. Me alimento de
eso. Pero cuando un tipo me dice que dan un texto mío como material de lectura
en una universidad, me quedo boquiabierto. No sé, me aterra ser demasiado
aceptado. Siento que hice algo mal”.
El dedo: (Levanta el dedo meñique de su mano izquierda)
“¿Viste alguna vez este dedo? (El dedo parece paralizado en una forma de “L”).
Me lo rompí una noche, borracho. No sé por qué, pero nunca se acomodó. Pero
funciona perfecto para la letra ‘a’ de la máquina de escribir, y qué demonios,
le agrega algo a mi personaje”.
La valentía: “A la mayoría de la gente supuestamente
valiente le falta imaginación. Es como si no pudieran concebir lo que sucedería
si algo saliera mal. Los verdaderos valientes vencen a su imaginación y hacen
lo que deben hacer”.
El miedo: “No sé nada sobre eso”. (Se ríe.)
La violencia: “Creo que, la mayoría de las veces, la
violencia es malinterpretada. Hace falta cierta violencia. En nosotros hay una
energía que necesita ser sacada. Creo que si esa energía es contenida, nos
volvemos locos. La paz última que todos deseamos no es un área deseable.
De alguna manera, no estamos destinados a eso. Por eso me
gusta ver peleas de boxeo, y por eso yo mismo las protagonizaba en mi juventud.
A veces se llama violencia a la expulsión de energía con honor. Hay locura
interesante y locura desagradable. Hay buenas y malas formas de violencia. Es
un término vago. Está bien si no se hace a expensas de otros”.
El dolor físico: “Con el tiempo uno se endurece, aguanta el
dolor físico. Cuando estaba en el Hospital General, un tipo entró y dijo:
‘Nunca vi a nadie aguantar la aguja con tanta frialdad’. Eso no es valentía. Si
uno aguanta suficiente dolor, uno cede. Es un proceso, un ajuste. Pero no hay
forma de acostumbrarse al dolor mental. Me mantengo lejos de él”.
La psiquiatría: “¿Qué consiguen los pacientes psiquiátricos?
Una cuenta. Creo que el problema entre un psiquiatra y su paciente es que
elpsiquiatra actúa de acuerdo al libro, mientras que el paciente llega por lo
que la vida le ha hecho. Y aunque el libro pueda tener cierta perspicacia, las
páginas siempre son las mismas y cada paciente es diferente. Hay muchos más
problemas individuales que páginas. Hay demasiada gente loca como para
resolverlo diciendo: ‘Tantos dólares por hora, cuando suena el timbre
terminamos’. Eso sólo puede llevar a una persona un poco loca a la locura
total. Recién empiezan a abrirse y a sentirse bien cuando el psiquiatra dice:
‘Enfermera, arregle la próxima cita’. Todo es asquerosamente mundano. El tipo
está ahí para quedarse con tu culo, no para curarte. Quiere tu dinero. Cuando
suena el timbre, que entre el siguiente loco. Ahora, el loco sensible se va a
dar cuenta de que cuando el timbre suena, significa que lo cagaron. No hay
límites de tiempo para curar la locura, y no hay cuentas para eso, tampoco. Muchos
de los psiquiatras que yo he vistoparecen estar al límite ellos mismos, además.
Pero están demasiado cómodos. Creo que el paciente quiere ver un poco de
locura, no demasiado. Ah, los psiquiatras son totalmente inútiles. ¿Siguiente
pregunta?”.
La fe: “La fe está bien para los que la tienen. Mientras no
me la tiren por la cabeza. Tengo más fe en mi plomero que en el ser eterno. Los
plomeros hacen un buen trabajo. Dejan que la mierda fluya”.
El cinismo: “Siempre me acusaron de cínico. Creo que el cinismo
es una uva amarga. Es una debilidad. Es decir: ‘¡Todo está mal! ¿Entendés?
¡Esto no está bien! ¡Aquello no está bien!’. El cinismo es la debilidad que
evita que nos ajustemos a lo que ocurre en el momento. El optimismo también es
una debilidad. ‘El sol brilla, los pájaros cantan, sonríe.’ Eso es mierda
también. La verdad está en algúnlugar entre los dos. Lo que es, es. Si no estás
listo para soportarlo, joderse”.
La moralidad convencional:“Puede que no exista el infierno,
pero los que juzgan pueden crearlo. Pienso que la gente está sobredomesticada.
Uno tiene que averiguar lo que le pasa, y cómo va a reaccionar. Voy a usar un
término extraño aquí: el bien. No sé de dónde viene, pero siento que hay un
básico rasgo de bondad en cada uno de nosotros. No creo en Dios, pero creo en
esta ‘bondad’, como un tubo dentrode nuestros cuerpos. Puede ser alimentada.
Siempre es mágica, por ejemplo cuando en una autopista sobrecargada de tráfico
un extraño hace lugar para que alguien pueda cambiar de mano... es esperanzador”.
Sobre ser entrevistado: “Es como ser arrinconado. Es
vergonzoso. Por eso, no siempre digo toda la verdad. Me gusta jugar y burlarme
un poco, así que doy información falsa sólo por el gusto de entretener y
mentir. Así que si quieren saber algo sobre mí, no lean una entrevista. Ignoren
ésta, también”.
Otra Entrevista
Peleas infantiles
En las calles pobres de Los Angeles imperaba el desorden en
aquellos días, y sólo sobrevivían los fuertes. Yo era un chico grande, huesudo
y fuerte. Lo conseguí. El problema era que me gustaba. Me encantaba el impacto
de los nudillos en los dientes, sentir el terrorífico rayo que te atraviesa el
cerebro cuando alguien encaja uno limpio y tienes que procurar soltarte y
recuperarte y saltarle
encima antes de que acabe contigo.
Soledad
En los peores momentos, en la peor ciudad, si conseguía una
habitación pequeña, si podía cerrar la puerta de esa habitación pequeña y estar
solo en ella con la cama, la cortinita rota, empezaba a embargarme una
sensación agradable; una serenidad singular. No tenía problemas conmigo mismo
sino con los lugares de ahí afuera, con las caras de ahí afuera, con las vidas
desperdiciadas y destrozadas: la gente que se conforma con la solución más
barata y más fácil. Cerrar la puerta de mi habitación era una forma de decir no
a todo eso.
El alcohol
Trabajas en un empleo de lo más asqueroso, llegas a casa de
noche, estás cansado, ¿qué vas a hacer?, ¿ir al cine?, ¿poner la radio en una
habitación de tres dólares a la semana? ¡Diablos, no! Te compras una botella de
whisky y te la tomas, y bajas a un bar y quizá te metas en una pelea a
puñetazos y conozcas a una zorra. Luego vas a trabajar al día siguiente y haces
tus cosas. Soy un partidario del alcohol, te lo aseguro. Es necesario.
EL sexo
No sólo soy un tipo sucio. Tengo mucho de puritano. Por eso
mis novias me dicen: “Santo cielo, eres casi un puritano, y escribes esas
cosas...”. En el acto sexual, al hacer el amor, no suelo ser muy lanzado. Me
molesta incluso hacerlo de día; ya sabes, la miras a los ojos, ella te mira a
ti. Resulta un tanto incómodo. Menos mal que he conocido a una mujer que me
está enseñando mucho sobre las relaciones sexuales, ya sabes, lo que quiere una
mujer. Obedezco y disfruto. Así que estoy aprendiendo a edad avanzada. Supongo
que he sido un desastre con muchas mujeres durante veinte o treinta años.
Los Angeles
Mi ideal de vida es aquí, donde están los proxenetas negros,
donde suena la música, donde las máquinas de discos tocan en los bares, donde
las luces están encendidas, ahí es donde hay vida. Estás en un tugurio
bullicioso y algo está pasando. Creo que la degradación, los proxenetas y las
prostitutas son las flores de la tierra. En esos tugurios hay una gran
felicidad. Es animación. Cuando limpias la ciudad, la matas.
La escritura
No tengo idea de lo que voy a escribir cuando me siento a la
máquina. Nunca me ha gustado el trabajo arduo. Y planificar lo es. Prefiero que
salga del aire o de algún lugar situado detrás de mi oído izquierdo. He
descubierto que me encuentro en un estado como de trance cuando escribo. A
veces entra mi esposa cuando estoy escribiendo y grito. No porque la obra sea
tan valiosa, o porque yo sea valioso, sino porque me despierto asustado.
Las feministas
No consigo entender qué las pone tan furiosas. Sólo me hace
sonreír. No llego a entenderlo. He escrito una gran cantidad de historias de
amor que son solamente historias de amor, nada más. Creo que esas no las leen.
Luego, de vez en cuando, me atacan. Veo solamente la boca que se mueve y el
odio. No sé por qué... de vez en cuando aparecen y tienen pinta de
detestarme.
La poesía
La poesía siempre es lo más fácil de escribir, porque se
puede escribir cuando uno está completamente borracho o completamente feliz o
completamente desgraciado. Siempre se puede escribir un poema. Así que un poema
es algo muy cómodo, es una expresión emotiva que salta afuera.